sábado, 28 de marzo de 2009

Licantropía De Sentimientos




LICANTROPÍA DE SENTIMIENTOS


Son seres, externamente, como los demás. No tienen marcas que delaten su destino. Son seres que caminan entre la gente con la misma prisa, con el mismo llanto.
Pero a veces, se transforman de pronto, se hacen otro por dentro y su alma, en silencio, aúlla a la luna llena, la diosa que obra en ellos esa metamorfosis cuando aparece radiante en el cielo de la noche. Les crece pelo en el corazón y uñas en los sentimientos. Son lobos de piel adentro, adoradores de la diosa nocturna porque les da la verdadera vida con la albura de su luminosidad.
Gustan de la noche oscura y amiga. Abren los ojos sin miedo a Selene, la misteriosa hechicera que rige sus destinos, con un brillo místico de agradecimiento eterno, a aquella que les permite ser ellos mismos, estar locos, ser diferentes, ser lobos de piel adentro...
Lobos que expresan sus sentimientos y opiniones con osadía y sin miedo. Son lobos a los que les corre por las venas el adictivo veneno de la creación, del cambio, de la disconformidad...
Son lunáticos de nacimiento. No les importa el riesgo de perderlo todo, si de buscar alimento para su alma se trata. Defienden lo suyo, hasta la muerte, y después duermen con el alma llena y el corazón ahíto.
No les gusta la rutina y, a veces, les agobia la compañía. Buscan solos las cumbres de su pensamiento donde rumiar a gusto lo bueno que les trae la vida, o regurgitar lo malo con feroz rebeldía.
Son los lobos de la convivencia, huyen del hacinamiento, de la transformación a la que intentan someterlos los que no quieren que piensen, los que tienen miedo de que vayan a la cumbre a ahuyentarlos a ellos con la misma feroz rebeldía. Tienen miedo de que llegue un día en el que se alíen y ataquen en manada a todos aquellos que los humillan, que los engañan, que los ofenden; que se unen y, formando un círculo, aúllen a la luna todos juntos con la cabeza bien alta dejando al descubierto su pecho. No tiene miedo a las balas de plata, no los dañan, no los matan. Solo los mata su propia conciencia, o les da la vida para seguir subsistiendo día tras día. Porque aunque llegasen a matar su cuerpo, seguirían vivos en el pensamiento y los sentimientos que han ido derramando a su paso.
Y seguirán luchando después de la muerte, mientras se perpetúe su legado para que sirva de aliento a todos aquellos que, como ellos, tengan licantropía de sentimientos.

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