jueves, 23 de diciembre de 2010

REGALITO DE REYES




REGALITO DE REYES


El centro de un mendrugo
puede albergar el paraíso
si el hambre tiñe las entrañas
de ese color parduzco
que luce, a veces, un estómago vacío.

El alambre de sus patas,
como cuatro pilares tiernos
que sujetasen, inciertos,
el palio de su desdicha,
se mueven lentamente
recordando, a cada paso,
su destino de infortunio.




Duerme sin dormir del todo,
pues no hay mejor maestro
que el miedo o la experiencia.
Pero a veces,
cuando cierra sus ojos
en ese inquieto duermevela
en el que pasa sus noches al sereno
en cualquier frío callejón
donde le haya rendido ya el cansancio,
vienen escenas a sus sueños
de otros tiempos más dichosos
cuando los brazos de unos niños
abrigaban su peludo manto de cachorro.

Sueña con lo que era comer
sin tener que hacer negocios con la suerte,
y cómo era beber agua fresca
sin el áspero gusto de la tierra,
cuando aún dormía sin temores
y el calor no era el lujo de unos meses.





Pero llegó un frío mes de marzo
o quizá fue julio con sus tórridos calores
y con el chirrido de unas ruedas
se convirtieron en sueños sus costumbres.
Aprendió lo que era el hambre,
el frío, el miedo y la tristeza.

Hoy se guarece donde puede
para soñar con un reencuentro que no llega,
mientras otros duermen en caliente
ajenos al papel, que en esos sueño,
sus manos y su olor están jugando.

Noe Domínguez - Diciembre 2010






Las imágenes están tomadas de Internet; si tuviesen derechos de reproducción, rogaría que me lo comunicasen para retirarlas.

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